Moving Forward (Pt. II)

“Avanzo y escribo, decido el camino. Las ganas que quedan se marchan con vos.”

Último paso: Cerrar un capítulo.

Nunca pensó que fuese tan difícil concluir concientemente con una etapa de su vida, en realidad, nunca lo pensó. No se sentía completamente preparada pero ya era hora de darle un punto final a aquella historia sin fin. Tomó la lapicera y con mano temblorosa, escribió:

Querido Hombre Imaginario:

¿Debería llamarte querido? No lo se. Pero que importa, es la última vez que te llamo así y probablemente, la última vez que escribo algo relacionado con vos. Es que al fin decidí prestarle atención a todas las cosas que decías entre líneas. Hacerte caso y avanzar.

Tal vez te sorprenda que hasta ahora “no lo haya superado”. Creo que el principal problema es que comprendía el COMO, pero no el POR QUE. Entendí perfectamente como se fueron dando las cosas, pero lo que me dejó estancada fue no saber el por que sucedieron. Sí, sí, recuerdo bien todas aquellas excusas que me diste como motivos, pero te olvidaste (¿cómo se te olvido eso?) que mi intuición no falla y en un segundo supe que mentías. Sin embargo, luego de ser arrastrada hacia abajo por la corriente, intenté de a poco ir saliendo del pozo.

Creí haberlo superado.

Luego llegó aquella etapa de viajes. A mi me sirvió para madurar y ver las cosas desde otra perspectiva. No dudo que para vos significó lo mismo, pero a veces pienso que también te trajo recuerdos. Sino, no encuentro justificación a que fueras (al menos conmigo) la misma persona de antes. Hasta ahí, todo bien.

Lástima que la calma dure poco por que de repente, tembló. Nos separamos y guardaste silencio como tan bien sabes hacer, sólo que esta vez fue por mucho tiempo. ¡Qué increíble es el poder de la mente! Digo esto por que ese temblor no fue un desastre natural, sino el resultado de un montón de cosas en tu cabeza. También puede ser que quisieras divertirte a costa mía, pero me cuesta creerte capaz de eso.

No puedo decir que no saque nada bueno de la situación (¡Ahhh que bronca! Siempre termino aprendiendo algo de vos). Con el tiempo fui comprendiendo que mi mente podía hacer muchas cosas, entre esas, imaginarte. ¡Eras un producto de mi imaginación! Tan perfecto, tan…irreal. Jugué a ser Dios, pero olvide que soy un simple mortal y así tu existencia (y la mía) se fue llenando de errores. ¡Que estúpida había sido! Y sin embargo, me sentí bien. Al fin entendí que los “por que” no existían. Cualquier justificación a tu comportamiento hubiese sido válida, ya que todo era una invención mía. Así de simple. No más vueltas.

Hombre imaginario, al fin puedo decir que sos libre (¡y yo también!) No te voy a perseguir más, ni siquiera si decidís entrar en la mente de otra persona, ni te voy a cuestionar cuando quieras guardar silencio. Sólo quiero que sepas una cosa, no me vendría mal escuchar un “perdón” algún día.

En fin, es tiempo de seguir adelante.

Gracias por todo.

Un recuerdo de tu pasado.

Dobló la carta con cuidado y la guardó en el cajón de su escritorio. Nunca la entregaría a su destinatario, no por miedo a su reacción, sino para tener una constancia física de su logro.

1 comentarios:

(Hache) dijo...

Excelente!!!!!CLAP CLAP CLAP

Publicar un comentario